Búscame cuando ya no tenga nada que decirte. Cuando me haya
quedado muda y sólo tenga caricias que te hablen. Cuando las palabras no se
conviertan en un laberinto siniestro del que es imposible escapar. Cuando no me
hagan trampas laístas, loístas, leístas y hasta laicistas. Cuando no titubee
intentando regalarte una metáfora ñoña y absurda, como yo. Cuando las eses de
niña bien no resuenen en tu cabeza horas después de haberte marchado. Cuando no
me sienta incapaz de ser graciosa, ágil, y me atragante.
Cuando no tenga nada que decirte, sólo quedarán nuestras
lenguas. Y nos entenderemos.
"... si no, empezaremos a silbar...", ya sabes...
ResponderEliminar