24 de octubre de 2012

Hasta ti



—Dónde vas?
—Y qué importa eso?
—Cómo que qué importa eso? Me importas. Quiero saber dónde vas. Imaginarte… No sé… Subiendo por la Gran Vía con esos zapatos rojos de tacón. Te imagino sonriendo, pensando en mí, en nosotros. O… No sé… Entrando por la puerta de El Corte de Inglés, de ese Corte Inglés, donde nos vimos por primera vez…
—Sí, no me digas más... Me imaginas sonriendo, pensando en ti, en nosotros.
—Eh! No me hagas burla!
—Pero qué morro tienes!


—Bueno, me vas a decir dónde vas?
—Y qué importa si todos los caminos me llevan hasta ti?

23 de octubre de 2012

Sin piel, con huesos


Nunca imaginé que me encontraría contigo en la noche de Todos los Santos. Allí, al otro lado de la frontera, no puedo rozarte. No hay besos ni caricias. Ni siquiera huele a ti. Sólo tierra, tierra y lombrices, en mi espalda, justo donde deberían estar tus manos enormes, que ya no son manos, sino recuerdos. Delirios sin piel, con huesos. 

9 de octubre de 2012

Y hasta el martes que viene


Vuelve a ser martes. Y yo vuelvo a querer volar. Volar hacia atrás en el tiempo. Volver al periódico y volver a tener un motivo para que den rápido las nueve de la noche. Montarme en el coche. Parar en la calle Ferraz. Que Anika haya estado contigo en el parque. Y volver a contarte que ya no me gusta mi trabajo, que estoy de bajón y que no me quedo, que me voy a casa, que si acaso me tomo un agua rápido. Y meterme en la cama. Y que dos horas después, o tres o cuatro, suene el telefonillo. Y que te quedes a dormir en ese sofá tan incómodo. Que deje de ser martes y el miércoles amanezca teniéndote cerca. Preparar un colacao con mucho azúcar y un té con leche de soja. Y hasta el martes que viene.

Pero vuelve a ser martes. Y ya no vuelvo al periódico. Tengo un sofá pijo y enorme, pero ni un duro para comprar azúcar. Y hasta el martes que viene. 

7 de octubre de 2012

Un motivo para sonreír

Y ahora no sé qué hacer. Podría dejarme llevar y quererte toda la vida, pero no sé si a estas alturas tendría mucho sentido. Ya no soy esa niña que te gustaba tanto porque siempre tenía un motivo para sonreír. Me he hecho mayor y ahora siempre tengo un motivo para llorar. Se me ha afilado la cara e hinchado los ojos. A veces, ni siquiera tengo ganas de follar. Mi única certeza es que aquella niña no va a volver, que llueve y se me olvida ponerme las botas de agua rojas, que esquivo los charcos. Que, en el fondo, lo único que hago es esquivar el amor. Que no quiero que duela nada más, aunque tú seas lo único que me convierte en esa niña que siempre tiene un motivo para sonreír.

5 de octubre de 2012

Ojos manchados de rímel

Soy la mujer invisible. La niña que no existe. La chica triste. Soy la mujer invisible que se muere si no la desean. La niña virgen que sangra cuando se la follan. La chica triste que pasea a su perra con los ojos manchados de rímel.