7 de octubre de 2012

Un motivo para sonreír

Y ahora no sé qué hacer. Podría dejarme llevar y quererte toda la vida, pero no sé si a estas alturas tendría mucho sentido. Ya no soy esa niña que te gustaba tanto porque siempre tenía un motivo para sonreír. Me he hecho mayor y ahora siempre tengo un motivo para llorar. Se me ha afilado la cara e hinchado los ojos. A veces, ni siquiera tengo ganas de follar. Mi única certeza es que aquella niña no va a volver, que llueve y se me olvida ponerme las botas de agua rojas, que esquivo los charcos. Que, en el fondo, lo único que hago es esquivar el amor. Que no quiero que duela nada más, aunque tú seas lo único que me convierte en esa niña que siempre tiene un motivo para sonreír.

2 comentarios:

  1. Precioso, me deja un poco triste porque me siento identificado (aunque sin botas rojas), pero alegre por el final, pues en mi caso no sólo ella lo consigue, si no tod@s vosotr@s, os quiero amig@s.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Te quiero, súper amigo! Y nunca te olvides que cuando algo está etiquetado aquí como 'fragmentos' cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. ;-)

      Eliminar