6 de junio de 2011

‘Mañana no será lo que Dios quiera’, pura poesía

Parece claro que cualquier vida, incluso la más gris y aburrida, puede conformar una historia maravillosa cuando es tocada por la varita mágica de la buena literatura. Si, además, estas vivencias se han sucedido en épocas convulsas de la historia, como la Guerra Civil, y los escritores que la protagonizan, a uno y otro lado del papel, son dos monstruos como Luis García Montero y Ángel González, el espectáculo está servido.

Así, lo encontramos en bandeja en ‘Mañana no será lo que Dios quiera’, una obra en la que el poeta granadino rescata los primeros años de su colega asturiano, a través de su mirada de niño, cuando se fraguaron sus primeros pasos como artista. A una servidora, que adora las letras, pero no es capaz de juntarlas si no es para redactar una noticia (y ya ni eso) le fascina buscar detrás de una cotidiana merienda en la casa familiar, del relato del primer día de colegio o entre los recuerdos de la tarde en la que estalló la contienda, en qué momento se convirtieron los dedos de Ángel González en poesía.

Y todo ello viene de los de otro que, aun escribiendo en prosa el día a día de un niño, aparentemente como otro cualquiera, es capaz de pellizcar tu alma como con el más brillante y profundo de los versos. Como dijo Joaquín Sabina en la presentación de la biografía: “Y además en prosa tratándose de dos poetas. Y para colmo novela o novelado, qué más da. Pero ¡ay!, el hombre de poca fe y edad adulta ya debería saber a estas alturas que los tesoros literarios, que los milagros, que las pepitas de oro de la tinta acostumbran esconderse donde uno menos las espera”.

Gracias, Luis, por haberte convertido en la memoria de uno que sí es imprescindible, como tú mismo. Porque mientras sigan existiendo almas como las vuestras, repletas de belleza, dignidad y compromiso, afortunadamente, mañana no será lo que Dios quiera.

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