28 de marzo de 2011

Un genio llamado José Saramago

Con su marcha el mundo se convirtió en un lugar más feo. Él, pesimista convencido, no sabía que a mí, con su presencia, con sus palabras, con su compromiso, me había convertido en una optimista convencida. El ser humano no podía ser tan malo si José Saramago formaba parte de él. El ser humano no podía ser corrupto cuando José Saramago hablaba, tranquilo, sereno, con esa lucidez asombrosa que sólo tienen los genios. El ser humano tenía muchas razones para la esperanza cuando José Saramago aseguraba eso de que “la persona más sabia que he conocido no sabía leer ni escribir”. El ser humano recuperaba la capacidad de amar cuando José Saramago hablaba de su eterna compañera, Pilar del Río.


A veces sigo llorando por alguien que para mí representa tantas cosas… No es sólo uno de mis escritores favoritos, es un referente vital que me ha enseñado tanto sin ni siquiera saberlo… Ya nunca lo sabrá. Pero algún día, dentro de muchos años, les contaré a mis nietos que tuve un abuelo imaginario, que se llamaba José Saramago , un hombre que dejó ciega a la Literatura cuando se marchó para siempre dejándonos un tesoro: la certeza de que es posible recuperar la fe en el ser humano.


A veces no tengo fuerzas para abrir al azar ‘Ensayo sobre la ceguera’, ‘El evangelio según Jesucristo’, ‘El hombre duplicado’ o ‘Las intermitencias de la muerte’. Eso sí, mirar la estantería y saber que siguen ahí, para siempre, me reconforta. Su legado es infinito. Como mi admiración.


Hasta siempre, maestro.

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