20 de octubre de 2011

Una infancia desvelada

Dijo Jacinto Benavente que “los recuerdos tienen más poesía que las esperanzas”. Quizá por eso Ana María Matute nos invita en su novela ‘Paraíso inhabitado’ a viajar a través de la memoria hasta ese mágico lugar llamado infancia. De la mano de Adriana nos sumerge en un universo en el que hasta los unicornios buscan refugio bajo las estrellas que se reflejan a escondidas en la lámpara del salón. Y lo hace sin el velo con el que el idealismo suele cubrir esa etapa de nuestras vidas que la memoria adorna a su antojo.

Sí, porque no debe ser nada fácil nacer cuando tus padres ya ni siquiera se quieren ni que, de la noche a la mañana, te arrebaten del trono en el que te sientas en una realidad paralela de cacerolas, comadreo y leyendas populares para llevarte a un aburrido salón, que ya tiene princesa, como le sucede a la pequeña protagonista que, pese a su edad, tiene mucho que enseñar al lector.

Como si de una tabla de salvación se tratase, un 'ángel', un niño ruso, se cuela en su vida y la desmonta, mostrándola que lo que de verdad importa está debajo de la piel en forma de amistad y amor. Y esta especie de truco de magia permanecerá en su memoria cuando cruce la línea e, inevitablemente, como todos, deba hacerse mayor.

La escritora catalana ha escrito, con el estilo delicado y sincero al que nos tiene acostumbrados, uno de esos libros que consiguen quedarse contigo, incluso mucho tiempo después de haber llegado al punto y final y haber cerrado sus tapas, con una punzada en el corazón al descubrir que, aunque nos empeñemos, quizá los unicornios no vuelvan.

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