9 de marzo de 2011

Línea 3

Me llaman la loca del metro de Lavapiés. No lo entiendo. Qué tiene de malo rebuscar en las papeleras si lo que esperas encontrar es un tesoro maravilloso? Me paseo por el andén de la línea 3, dirección Moncloa, en busca de aquello que es mío y que un día decidí tirar.

Aquella tarde habíamos ido al teatro. Los recuerdos son borrosos, pero creo que por la mañana habíamos discutido por un malentendido sin importancia y que yo apenas podía contener las lágrimas. Estaba abatida. Tú, tan encantador como casi siempre, después de la función y mientras volvíamos a casa, escribiste en un papel "tristeza", lo doblaste y lo rasgaste por la mitad. Sonriéndome me lo cediste y yo, a su vez, lo rasgué de nuevo. A eso jugamos hasta convertir la pena en migajas. Cuando llegamos a la estación de Lavapiés me bajé corriendo del vagón y, con firmeza, lancé los pedazos a una papelera.

Eso fue treinta y tres días antes de que me dejases por otra, más joven, más lista, o por ti mismo. Quién sabe. Tu pecado capital siempre fue el egoísmo. Desde entonces estoy muerta. Por eso rebusco en la basura buscando mi tristeza. Quiero sentir. Quiero volver a estar viva.

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