Nunca imaginé que me encontraría contigo en la noche de
Todos los Santos. Allí, al otro lado de la frontera, no puedo rozarte. No
hay besos ni caricias. Ni siquiera huele a ti. Sólo tierra, tierra y lombrices,
en mi espalda, justo donde deberían estar tus manos enormes, que ya no son
manos, sino recuerdos. Delirios sin piel, con huesos.
delirios sin piel, con huesos.
ResponderEliminary con mucho arte, salu2