No sé qué hacer con este abismo, con el socavón que se me ha
abierto justo encima del estómago. Un agujero negro que atrae hacia su nada un millón de recuerdos futuros, que ya nunca estarán completos. Soy una mujer amputada.
Ni siquiera tengo 30. Y quizá si me arranco los ojos de niña deje de sufrir.
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