Vuelvo a la cama y te encuentro. Dormido. Desnudo. Tu piel
enredada entre las sábanas y el sol que quema justo en tus muslos. Envidia. Me
quito la ropa de manera atropellada. Me tumbo. Lío más la madeja. Enredo mis
dedos en tus manos, mis rodilla entre tus piernas, mi cuello en tus clavículas,
mi aliento en tu mejilla, mi susurro en tu oído. Abre los ojos y mírame. Vamos
a bajar las persianas. No necesitamos el sol. Vamos a quemarnos. Tú y yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario